Del Hércules se es porque un día de pequeño te llevó tu padre, a este le llevó tu abuelo, y así sucesivamente desde que se fundó el club. Porque de el Hércules se es o no se es. No hay término medio. Es como ser católico practicante. No te lo puedes dejar de vez en cuando, como el tabaco. Los que abarrotan la grada de Tejero en partidos importantes no son de Hércules, les gusta el fútbol, y la jarana. Pero poco más. El seguidor blanquiazul de pata negra, sabe a lo que va, a poco fútbol, y a poca jarana. Y es que, ser del Hércules es pertenecer a una tribu especial. Porque lo de ir al fútbol como tal, poco. Al Rico Pérez desde la era Ortiz se va a ver poco fútbol, y a gritar mucho. Porque uno se sienta en su sitio pensando en una cosa, y se levanta al final del partido pensando en otra. Dice el periodista radiofónico Juan Francisco Millán que el Hércules te quita años de vida. No le quito la razón. Sin embargo, puede que haya algo terapeútico. Pipas, bocata, para los más viciosos un cigarrito, y descargar toda la tensión acumulada durante la semana, desde los que están en el verde, hasta el que está en lo más alto de los cielos. Llegar a casa, duchita, y como nuevo oiga. Empieza uno la semana con energía. Tensión acumulada 0, eso se dejó en la Avda. Romeu Zarandieta. Desde fuera puede sonar como qué esto es Alepo, pero nada de eso. Aquí el dolor se cronifica, y se aprende a vivir con él. Incluso el futbolista sabe a lo que viene. Solecito, arroz a banda, y a aguantar el chaparrón cada 15 días. Porque aquí llueve poco, pero aguacero en forma de maldición sabe bien el graderio del templo blanquiazul, que es así. Desde los fondos a Tribuna Alta, pasando por preferente. Que le vamos a hacer. A nuestra ciudad, y a nuestro club los han parido así. O se les quiere, o se les odia. Que aunque el cuerpo te pide darle boleto, les quieres más que a la vida. Ya lo dice la canción «Hay amores que matan, y sentimientos que hieren». @HectorFrias_